Libertad e Independencia
La libertad es un don, pero también es una tarea.
La capacidad del ser humano de decidir lo que se es no es simplemente un privilegio que ningún otro ser de este mundo posee, sino que es producto de hábitos que él mismo ha de ir adquiriendo deliberadamente.
Para mucha gente libertad es poder hacer lo que a uno le viene en gana. Esta es una idea bastante superficial de libertad y, por supuesto, errónea. Indudablemente, se puede hacer lo que a uno se le antoja y dejar de ser libre. Uno puede, por ejemplo, comer y beber hasta hartarse, y, como resultado, coger una indigestión.
No. la libertad no es poder hacer lo que a uno le apetezca. Es algo más importante.
La libertad es esa propiedad o característica de la voluntad que permite al ser humano poseerse a sí mismo hasta llegar a realizarse plenamente como persona.
La libertad es un don, pero al mismo tiempo una conquista. La libertad exige esfuerzo. El hombre no nace ya libre, sino que nace con la posibilidad de serlo. En cierto modo, se podría decir que el hombre nace con el poder de hacerse hombre. Un cachorro se convierte, de un modo natural, en un perro plenamente desarrollado sin necesidad de preocuparse por el proceso. Un niño, sin embargo, no se convierte automáticamente en un hombre propiamente dicho por el hecho de crecer físicamente, sino que ha de ir desarrollando al mismo tiempo sus potencias espirituales para llegar a ser hombre. Uno no llega a ser hombre por el hecho de haber cumplido veinte o treinta años. De hecho, a menudo, nos encontramos con hombres con plena madurez física que tienen su inteligencia y su voluntad por desarrollar, incapaces, por tanto, de ejercitar una libertad auténtica.
La libertad no consiste tanto en hacer lo que uno quiere, sino en hacer lo que se debe. En resumidas cuentas, en sacar lo mejor de uno mismo.
¿Es lo mismo libertad que independencia? Algunas personas piensan que sí, que libertad viene a significar lo mismo que independencia. Esta tesis es insostenible. Independencia significa autosuficiencia, y pensar que el desarrollo humano auténtico radica en una total autosuficiencia es, a todas luces, falso. Tratar de conseguir una total autosuficiencia sería algo así como una especie de autodestrucción. El hombre es una criatura esencialmente dependiente que necesita de muchas cosas, pero, sobre todo, de sus semejantes para llegar a ser libre.
El hombre, precisamente, porque no es un ser autosuficiente, necesita ansiar algo o depender de algo. Y la libertad tiene mucho que ver con ese anhelar y depender de cosas y de personas que lo eleven, lo desarrollen y lo ennoblezcan. El querer y anhelar la verdad o la bondad o el amor, por ejemplo, es parte de ese juego de la libertad, de ese proceso de auténtica liberación. Gustave Thibon habla de una «dependencia muerta, que oprime al hombre, y de una dependencia viva, que le abre y eleva». Y añade: «La primera de estas dependencias es la esclavitud; la segunda, la libertad».
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