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Educación en España. Motivos para la Esperanza

En esta oportunidad damos a conocer el Informe “EDUCACIÓN EN ESPAÑA. Motivos para la Esperanza”, elaborado por la Consultora McKinsey&Company y publicado en Enero de 2012.

Este Informe que está circunscrito exclusivamente al ámbito español tiene como antecedente un Estudio de McKinsey del año 2010 sobre las experiencias de 20 sistemas educativos de todo el mundo que han logrado mejoras significativas, sostenidas y generalizadas de sus sistemas educativos. Por esta razón y, como corresponde en estudios de este tipo, el recurso a la técnica comparativa es recurrente y necesaria.

Educación en España, motivos para la esperanza - Análisis Top FamilyComo señala el Informe el tema de la reforma educativa en España siempre ha estado en la Agenda de los gobiernos pero parece que el pesimismo se ha apoderado de la sociedad en este debate y esto ha sido así en gran parte por los resultados en el Informe PISA y, por otra parte, “por el dogmatismo con el que se han abordado algunos temas”.

En base a otras experiencias internacionales lo importante es saber que un cambio y una mejora significativa de resultados es posible y que, además, se puede hacer en un tiempo relativamente corto. Hay que comenzar con el fin en mente para lograr los resultados esperados. En este objetivo de mejora deben estar involucrados y comprometidos todos los actores del sistema: gobiernos central, comunidades autónomas, docentes, alumnos, etc.

Situación actual del sistema educativo español.

En este apartado se trata de establecer el punto de partida del sistema educativo en España y evaluar cuál es el potencial de España en esta materia según sus condiciones económicas y sociales.

Este punto de partida viene determinado por los resultados PISA, los cuales, como todos sabemos, ubican a España a la cola de la OCDE en competencia lectora (por detrás de países como Polonia, Portugal o Grecia). Pero quizás lo más alarmante de estos resultados es el hecho de no haber conseguido mejoras importantes en los últimos 10 años.

Sin embargo, para el diagnóstico del punto de partida no son suficientes (aunque sí significativos) los resultados PISA. Hay otro factor que influye decisivamente: el nivel de desigualdad educativa que en el caso de España se ha deteriorado un 50% en el plazo de 3 años. Hay que señalar que esta desigualdad no está directamente relacionada con el gasto público en educación como pudiera pensarse a priori, ya que en los últimos 10 años el gasto público en educación ha aumentado en más de un 30% por alumno. Como se ha comprobado en otros países “un mayor nivel de gasto público, a partir de un nivel mínimo, que España ha superado ya, no impacta en mejor rendimiento educativo”.

Otros sectores señalan que los malos resultados en el caso español se deben a factores socioeconómicos como el deterioro del PIB o el aumento de alumnos inmigrantes en las aulas. Es muy difícil actuar sobre estos factores y en el marco de la OCDE no es significativo el porcentaje de países que está condicionado por ellos: sólo un 16% frente a un 84% en los que influyen factores sobre los que sí es posible actuar como es la calidad de los procesos educativos de los centros.Educación en España, motivos para la esperanza - Análisis Top Family

El Informe fija un objetivo primario: España debería acercarse a los 500 puntos PISA en lugar de los 480 actuales. Y, más aún, propone un objetivo de excelencia que es alcanzar los 520 puntos de países como Canadá o Japón y esto es un plazo de 4-6 años. Esto no sólo a nivel nacional sino también en el ámbito autonómico en el cual habría que superar diferencias tan abismales como por ejemplo entre Castilla y León con sus 503 puntos PISA (lo que sitúa a esta Comunidad a niveles de Noruega) y Andalucía que con sus 461 puntos está por debajo de Turquía.

Un cambio es posible.

A la vista de los resultados internacionales y autonómicos podemos decir que la mejora es posible y, además, en un período de tiempo relativamente corto. Por ejemplo, Japón es hoy en día uno de los países de mayor rendimiento educativo y consiguió pasar de 500 a 520 puntos en 6 años (entre 2003 y 2009). En el caso de Navarra ha pasado de 480 a 500 puntos en 3 años. Es decir, si se diagnostica el punto de partida y se toman las medidas oportunas, el cambio es posible y este cambio no pasa necesariamente por invertir más dinero en educación sino en redirigir los recursos hacia aquellas áreas prioritarias y necesarias.

Como hemos mencionado, España se sitúa actualmente en los 480 puntos PISA. En este nivel hay que seleccionar las medidas apropiadas y hacer una implantación con constancia y disciplina, de manera ordenada y adaptándose a la realidad “micro” de cada centro. Esos 480 puntos se traducen en un nivel de rendimiento educativo “aceptable a bueno” y en esta franja se trata de fijar los cimientos y para ello son necesarias tres tipos de intervenciones: transparencia de datos, cimientos financieros y organizacionales y cimiento pedagógico. Según hemos apuntado, el nivel al que debemos aspirar es el de los 520 puntos PISA en los cuales el rendimiento educativo se cataloga como “bueno a muy bueno” y en este nivel lo fundamental es formar a los profesionales y para esto hay que intervenir en áreas como una mayor profesionalización de profesores y directores y una mayor autonomía de los centros educativos.

Por lo tanto, en el caso de España es necesario intervenir en aquéllas áreas que requieren intervención en el rango entre los 480 y los 520 puntos PISA, para lo cual Informe McKinsey propone 3 áreas de actuación: transparencia en las métricas de rendimiento educativo, profesionalización de la docencia y autonomía del centro.

Áreas claves de actuación.

1.- Transparencia en las métricas de rendimiento educativo.

Un elemento común en el conjunto de medidas que los 20 sistemas educativos con mejoras significativas y sostenidas en el tiempo han adoptado y puesto en marcha es medir y compartir con transparencia el progreso del rendimiento de los estudiantes. En España existen varias fuentes de evaluación como el propio PISA, la Evaluación General de Diagnóstico (EGD) y los exámenes autonómicos pero los datos que arrojan son heterogéneos, tienen una periodicidad y granularidad muy bajas y son de difícil acceso incluso para los directores de los centros. ¿Cómo se puede solucionar esto?

El Informe cita el caso del estado de Massachusetts en Estados Unidos donde existe una evaluación estatal que desde 2001 es requisito obligatorio para graduarse. En ese año sólo un 40% de los estudiantes aprobó la prueba. Entonces lo que se hizo fue reasignar parte del presupuesto para financiar un mayor apoyo para aquellos estudiantes y directores que estaban en centros con bajo rendimiento. Ya en 2003 la tasa de aprobados se ubicaba en el 80% y en 2007 se obtuvieron los mejores resultados de todos los Estados Unidos. Y todo esto, sin invertir más sino reasignando los recursos en aquéllas áreas más necesitadas lo cual se diagnosticó gracias métricas homogéneas. La información relacionada con la evaluación de los estudiantes debe estar disponible para aquellas personas que la necesiten para gestionar.

2.- Profesionalización de la docencia.

De lo que se trata es que tanto la docencia como la dirección de los centros sean profesiones bien consideradas, con planes de carrera atractivos y claramente definidos. Por esto, es muy importante adoptar medidas que mejoren el acceso a la profesión docente y también en el ámbito de la formación y desarrollo de la carrera.

Como ya apuntaba McKinsey en su Informe How the world´s best performing school systems come out on top, hay que lograr que sean los mejores estudiantes los que se conviertan en profesores. Para ello es muy importante mejorar la percepción que se tiene de la profesión docente. Por esto es necesario tener un programa de formación y un plan de carrera atractivos que comunicar. Esto ayuda no sólo a los estudiantes que se quieran incorporar a la carrera docente sino a los profesores y directivos que ya ejercen en la actualidad.

En cuanto a la formación no se trata del número de horas (que son suficientes las que se imparten en España en comparación con el resto de países de la OCDE) sino que la efectividad depende del contenido de las mismas. Las mejores prácticas internacionales analizadas como el distrito de Long Beach en California, Canadá, Reino Unido o China coinciden en una formación eminentemente práctica, enfocada a las aulas y basada en datos, como herramienta para enfocar mejor el esfuerzo y redirigiendo la inversión hacia donde hace más falta.

La falta de perspectiva de carrera podría explicar no sólo la aparente desmotivación de parte de la profesión sino también la falta de capacidades de liderazgo directivo, tan necesarias hoy en día para enfrentar los grandes retos que la educación del siglo XXI comporta y, más aún, en un país como España que en los últimos 10 años no ha mejorado sus resultados PISA.

3.- Autonomía de los centros.

Los centros españoles se encuentran a la cola de la OCDE en materia de autonomía curricular y de contratación de profesores. Pero no se trata de lograr una mayor autonomía generalizada sino que según el análisis de otros países se trata de otorgar una mayor autonomía a los centros que obtengan mejores resultados y un mayor nivel de control y apoyo a los centros de peor rendimiento. En este sentido es interesante el modelo canadiense en el cual aquellos centros con buen rendimiento educativo disfrutan de libertad en cuanto a la gestión de su presupuesto, contratación de profesores y el diseño de programas de formación internos, pero lo interesante del sistema es que esta opción de autonomía no se gana de forma indefinida; por el contrario, dichos centros se someten a una evaluación constante de su rendimiento. Autonomía sí pero sometida a criterios que garanticen el correcto uso de dicho “derecho”.

Autonomía que debe conjugarse con una adecuada atención al alumnado y a los profesores sin que el derecho a la autonomía y, más aún, su mantenimiento sea motivo de una discriminación ni ocasión de convertir en “excluyente” a un sistema cuyo fin tiene que ser “inclusivo” y debe lograr el éxito escolar en contraposición a la alta tasa de fracaso escolar que impera hoy en España.

Plan de Excelencia.

McKinsey propone una agenda para el cambio en 10 puntos:

  1. Llegar a un acuerdo nacional sobre la aspiración de la educación en España.
  2. Elaborar un sistema de métricas granular, accionable y común a toda España sobre las que basar la medición del desempeño y de la eficacia de las medidas adoptadas.
  3. Fomentar/potenciar una cultura de transparencia de los datos como base de mejora compartiendo las métricas desarrolladas con aquellos que pueden actuar sobre ellas.
  4. Lanzar una campaña de reconocimiento de la figura del profesor para mejorar la percepción de la profesión y aumentar la atracción del talento.
  5. Desarrollar una carrera profesional para el profesorado con responsabilidad y remuneración creciente basada en méritos.
  6. Profesionalizar la figura del director de centro a través de una gestión de talento proactiva y muy enfocada que prepare para el puesto (desde antes de acceder a él).
  7. Transformar el fondo y la forma de los programa de formación continua de los profesores asegurando que se orientan claramente a la mejora del resultado de los alumnos, aumentando a la vez la eficacia de los recursos invertidos y la satisfacción de los profesores.
  8. Posibilitar una mayor autonomía de los centros basada en los resultados.
  9. Sintetizar todas las acciones en un Plan de Excelencia accionable que, involucrando a todos los actores del sistema, se convierta en una hoja de ruta para los próximos 6 años.
  10. Comunicar de forma consistente y transparente el Plan (la ambición, las acciones lanzadas, y el avance logrado -incluyendo las dificultades-) para crear entusiasmo e involucrar a toda la sociedad.

 

Titulo: EDUCACIÓN EN ESPAÑA. Motivos para la esperanza.
¿Quién? McKinsey España
¿Cuándo? Enero de 2012
¿Dónde? http://www.mckinsey.com/locations/madrid/recentreports/pdf/Educacion_en_Espana_Motivos_para_la_esperanza.pdf

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